El GRITO, EL GRITO, EL GRITO

Son las 6 de la tarde. Una mañana pesadísima. Unas pruebas que hacían reventar la poca materia gris que poseo y una tarde con la cual el sueño parecía empinado en hacerla caer.

En fin después de subirme a ese exquisito sistema llamado Transantiago – creánme que hubiese preferido ver 10 capítulos completos de Los Capo antes de soportar esta humillación diaria - pero retomemos, llegue a mi apacible departamento de clase media y prendí el aparatito ese. Abrí el refrigerador y escuche ese maldito grito ¡¡¡BUENAS TARDES!!! y además venía con un molestoso eco incluido. Comenzaba Rojo, fama contra fama.

Yo que pensaba que los animadores de estadios, esos que hacen teletones y gritan como si el mundo se fuese a acabar había desaparecido a mediados de los `90, se había ido a Miami o a algún lugar similar, pero no, aún sobreviven. Y no solo eso, también son los rostros más habituales de la cajita de idiotas. ¿Por qué será que uno le llama así a la televisión?

El tema es que la figura emblemática de la desesperación y la histeria es sin dudas el señor Sergio Lagos. Esa mezcla entre metalero y alternativo, que grita ronco pero se ríe como una niña, que corre de lado a lado y elimina participantes golpeándose el micrófono en el pecho, recuerden, siempre gritando.

Dios, pobre de Diana Bolloco que lo aguantará a solo 10 cm cuando vuelva Locos por el Baile, aunque en realidad mi comadre tampoco agrada mucho con su voz de pitillo, pero no importa su simpatía le permite hacer de todo.Sin embargo, al señor Lagos lo vemos siempre una vez a la semana y de pasadita. Peor es el caso del joven Araneda, ¿que le dieron esta cabro cuando chico que grita tanto? No comprende que los oídos también sufren. Quizás ahora debería empezar a gritar porque su Rojito parece que ya tiene la lapida puesta y dispuesta.

La cosa es que no me gustan los gritos, para algo se inventaron los micrófonos ¿o no?. Bueno mis amigos parece que nos los conocen. Pero a la gente le gustan, aunque los aires de soberbia cada vez aquejan la figura de Araneda y el amor parece hacer pensar a Lagos más en la música que en la tele. En fin, así es farandulandia, una casa de gritos…. pero de putas.

PD: Solo me agrada un grito, el de Marcelo de Cachureos. Me recuerda al cereal con yogurt y a las mañanas junto a la cama de mis padres